Las lunas del ovejero, Matías Allende Contador, 2020
Passo en Constitución, Laura Isola, 2019
Passo, 2019
Alberto Passolini o “Passo”, una belleza fortuita!, Marcelo Pacheco, 2013
Malona!, Laura Malosetti Costa, 2010
Argentinísima!, Alberto Passolini, 2010
Un pintor que dio vuelta la taba, Fabián Leblenglik, Pagina 12, 2010
Género y sexualidad en una muestra argentinísima, Claudio Iglesias, Perfil, 2010
El malón tiene cara de mujer, Daniel Molina, Diario La Nación, 2010
Señorito Rico, Alberto Passolini, 2008
La historia de la pintura y la filosofía del movimiento, Julio Sánchez, La Nación, 2008
Biografía no autorizada, Mercedes Urquiza, Diario Perfil, 2008
Blanco o negro? Mariano del Aguila, Punta Rubia, Uruguay, 2007
Sobre la muestra "Bad" de Alberto Passolini, Pablo Schanton, 2007
El eje del mal, Eva Grinstein, Revista Artnexus #65, 2007
Passo, 2019


Da solecito. Las hebras que desprenden los árboles se zarandean al viento en direcciones variadas. Escoltan el camino ensortijado que cruza este paisaje, hasta donde yo puedo mirarlo. Después, seguramente, habrán otras cosas, de la línea y para allá. Por ejemplo: un oasis y un desierto a medida, donde los pájaros no tienen nada que hacer más que pasar sed y quemarse las patas. Podría existir también…
¡una selva fría! o arboledas idénticas organizadas por las manos del hombre en geometría triangular. Una redada contra un grupo de monos que chillan y se resisten a la jaula. Un reloj en una torre, un cielo con rejas; mariquitas custodiando la flora. Perros con colas de serpiente. Toldos decolorados de un circo en desuso.
Fieras pastando.

Tengo un repertorio de imágenes que atesoro para los viajes, o los momentos en que ni se me ocurre qué hacer. Entonces las uso, las despliego como mapas. Me apoltrono para mirar desde arriba la forma en que el azar ordena todo. En plan esotérica, bajo del monte al mundo y todo es desproporción, entonces miro al cielo y veo estrellas que cortan el paso.

El pasado enmudeció para mí. Supe ser la médium que juntaba a los alientos a hablar; los espíritus que hoy no se comunican… permanecen en silencio. Un siglo ventoso, de refusilo y temblequeos, me toca. Como hija de vecina me aboco a las tareas domésticas sin rezongar. Abrillanto y patino, zurzo, enhebro y pongo al fuego lo comestible.

El camino es quebrado y bochinchoso, por momentos subo como si escalara, y mis piernas hacen un esfuerzo fatal. Después avizoro latitudes, campos empapados, diferencias de luz, planos disparatados. Y bajo como en una bolsa de gatos haciendo alharaca y a toda velocidad. Saboreo la ventisca helada y la lejanía. Me sorprendo con cualquier cosa: jirafas, firuletes, soretes en punta.

¿Dónde merman los días? Una voz rutilante me clama, es un dios del final de arcoíris; hace que todo oscile y se precipite. Soy piadoso y ando a la sombra, con cautela. Las alimañas sin su domador fallecen por abatimiento, deprimidas se despiden echaditas y sin chistar.